Mujer de mi vida, ven a las agues. Ayúdame a purificarme con el exorcismo pagano. Mira mi casa y sus lumbres, no te quedes en la superficialidad, no escribas sobre tu carne los nombres de peces.
Según las circunstancias he traficado con las hojas que se acercan y con voces.
Mi casa es la cabeza, decir esto me reconforta.